Monorol ☆ Arma

El día había comenzado como cualquier otro, la mañana comenzó soleada y el despertó de buen ánimo aunque no haya bebido su taza de café, después de un buen desayuno se encaminó al hogar Lupin en donde recogería a su princesa, le había prometido ir con ella al nuevo parque infantil que habían abierto en Londres Muggle, temática de princesas, obvio. 

"Sirius ¿Ya es hora de llevar a tu princesa?" sonrió al ver a Marlene, saludándola con un beso en la mejilla. 

 - Si, ya es hora de salir con su alteza- Sonrió, entrando al hogar y negando la invitación a desayunar, al ya haber comido. 

"¡Pad! Qué bueno que viniste, Leney no paraba de hablar de ti" Remus salió por la puerta de la cocina, a su lado Leney quién corrió a abrazarlo. 

- ¿Cómo está mi querida princesa?- Preguntó tomando la menor en un abrazo.

 "¡Muy bien tío Sirius!" sonrió al escucharla tan animada, este sería un día perfecto.

 Que equivocado estaba. 

Gracias a su motocicleta habían llegado rápidamente al parque, ya estaban en el estacionamiento cuando todo ocurrió, un grito, varios hechizos y todo se volvió negro. Despertó en un lugar desconocido, una mazmorra encadenado de las muñecas a la pared, a su lado estaba su Leney quién seguía durmiendo. 

 "Miren quien despertó, el gran Sirius Black" No importaba el paso del tiempo, esa voz de desquiciada la reconocería aunque fuera un anciano. 

 -Bellatrix, que gusto verte querida prima- Contestó con sarcasmo, mirando a la mayor de las hermanas Black con repulsión, quien solamente le sonríe con "inocencia" iba a hablar, pero una voz desconocida la detuvo.

 "Bella, nuestro señor te necesita" como buena perrita fue a responder el llamado de su señor, se quedó solo con su ahijada y aquel mortifago. 

"Las cosas son bastantes simples Black, queremos un arma, queremos crear un arma y tu ahijada es lo suficiente joven para ser manipulada pero no para ser transformada en un arma, así que tú elijes te tomamos a ti y te volvemos esa arma o nos divertimos con el inocente cuerpo de tu ahijada"

 Es obvio lo que eligió ¿cierto? 

Dentro de las mazmorras, la pequeña Lenay despertó gracias al grito de agonía que hizo eco en las paredes, sin saber que esa era la voz de su padrino. 

La habitación en donde estaba Sirius, era muy parecida a la habitación de un hospital, en medio estaba la camilla en donde lo habían recostado, en su cabeza un extraño casco de metal que liberaba cada dos minutos poderosas corrientes, pero estás no causaban el dolor, no. 

 Era el mago que con su varita iba generando cortes en su brazo izquierdo, hasta el punto de que este ya no estaba en su lugar. 

 "Mira Black, saluda a tu brazo" y para su horror, se le fue mostrado su brazo goteando en sangre. La herida fue tratada y vendada, y fue arrojado en las mismas mazmorras. 

 "¿Tío Sirius? ¿Estás bien?" 

 - Si Leney no te preocupes - Lo estaría si ignora la herida que aún sangraba, no le importaba, su ahijada estaba sana y salva. No durmió en toda la noche, velando por el sueño de la menor, a la mañana siguiente fue sacado de su prisión antes de que la menor despertara, colocado en la misma camilla, con el mismo casco sobre la cabeza y el mismo mago al lado. 

"Mira Black, saluda a tu nuevo brazo" Se le fue mostrado un brazo metálico, metal goblin se reconocía correctamente, tragó saliva, sabía que el infierno comenzaba. Aunque deseaba no gritar, no darles esa satisfacción era imposible, sus gritos le desgarran la garganta, mientras el brazo se le es colocado, mientras el metal le quemaba la piel. 

 Y en las mazmorras, una niña pequeña se cubría los oídos, por qué ahora sabia que esos gritos eran de su padrino. 

 Pasaron dos semanas en ese lugar, el último día, Sirius ya no era Sirius, era, un cuerpo vacío, sin conciencia, sin moral, sin recuerdos, sin pasado, era un arma.

 "Bien, arma, te ordenamos matar a esa niña, torturala, diviertenos" 

 Puede que ya no sea Sirius, pero no lograron borrar todo lo que lo hacía humano, y algo, muy adentro, muy en lo profundo de su mente, se negó con fuerza, esa negación llego más arriba de su subconsciente y otra misión se le fue encomendada. 

 "Mata a la resto, protege a la niña"  

Cumplió con gusto, pronto fueron llenadas de cuerpos sangrantes, Leney se mantuvo firme y segura en sus brazos, con sus ojos y oídos cubiertos, y cada mortifago que aparecía era asesinado, pronto encontró una salida y huyó, corrió hacia la salida de los jardines donde fue detenido por unos extraños de ropas estrafalarias, los apuntó con su varita, las exclamaciones de sorpresa se mostraron ante su brazo.

 "¿Sirius?" Preguntó una mujer rubia. 

 -¿Quien demonios es Sirius?- Respondió el.

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